MUERE GERRY RAFFERTY


06.01.2011
Gerry Rafferty Pocos ubicarán a Gerry Rafferty por su nombre. Pero basta escuchar el riff del saxo de Baker Street para saber, si no exactamente quién fue, sí qué hizo este músico escocés muerto el martes a los 63 años. Esa canción de 1978 fue un hit de tales dimensiones que, más de tres décadas después de su aparición, seguía dándole 125 mil dólares anuales en concepto de derechos de autor.


“El solo de saxo más famoso de la historia de la música pop”, se entusiasmaban ayer los cables de las agencias de noticias para hablar de aquella ejecución de Raphael Ravenscroft en Baker Street, que había sido pensada originalmente para guitarra. La canción fue versionada por cantidad de artistas, desde la Orquesta Sinfónica de Londres hasta los Foo Fighters, y ese riff fue usado en infinidad de publicidades y cortinas de programas de radio y televisión. Hasta Lisa lo tocó en uno de los capítulos de Los Simpson.


Rafferty nació el 16 de abril de 1947 en Paisley, cerca de Glasgow. Su padre era un minero alcohólico y golpeador que murió cuando Gerry tenía 16 años; para mantenerse, Rafferty tuvo que dejar la escuela para trabajar en una carnicería y en una dependencia impositiva. Influido por su madre, que le había enseñado canciones folclóricas irlandesas y escocesas, y por Los Beatles y Bob Dylan, empezó a componer su propia música y a tocar los fines de semana en los Mavericks, un grupo del pueblo, con su amigo Joe Egan. Pronto dejarían el grupo para unirse a los Humblebums con Billy Connolly -también comediante- y Tim Harvey. Después de tres álbumes, la banda se disolvió por la tensión entre las fuertes personalidades de Connolly y Rafferty; en 1971 Gerry sacó su primer disco solista, Can I Have My Money Back? Un año antes se había casado con Carla Ventilla, con quien tendría a su única hija, Martha.


En 1972 se reunió con Egan para formar Stealers Wheel: el disco debut, llamado igual que el grupo, incluía el hit Stuck in the Middle With You, rescatado por Quentin Tarantino veinte años después para la banda de sonido de Perros de la calle. Enseguida empezaron los problemas: el contrato con la discográfica era muy desventajoso, y Rafferty dejó el grupo. Pero lo convencieron de volver: Egan y él eran lo únicos miembros de la banda, acompañados por músicos sesionistas para las grabaciones y las giras. Sacaron dos álbumes más (Ferguslie Park, 1974 y Right Or Wrong, 1975) y, otra vez por problemas contractuales, disolvieron la banda.Desatar el nudo legal le llevó tres años, durante los cuales no se le permitió publicar nada.


El regreso como solista sería con todo: después de grabar el demo de City to City en la casa de sus suegros, firmó con United Artists para editarlo. Ahí estaba Baker Street: el disco vendió cinco millones de copias y Rafferty se convirtió en millonario de la noche a la mañana. Otro hit del disco era Right Down The Line. Aunque no repitió semejante repercusión, su siguiente álbum, Night Owl (1979) también tuvo buena recepción, al igual que Snakes and Ladders (1980). Pero Rafferty no se llevaba bien con el éxito. No le gustaba el reconocimiento y empezó a encerrarse en sí mismo, rechazando las ofertas que le llegaban de distintas discográficas y artistas como Eric Clapton o Paul McCartney. Ya tenía problemas de alcoholismo. Recluido en su casona del norte de Londres, la bebida fue ganando lugar en su vida, mientras su estrella musical se apagaba lentamente. Su último trabajo exitoso fue la banda de sonido de la película Local Hero (1983). Editó cuatro discos más que no tuvieron demasiado eco, se volvió intratable y su mujer lo dejó. En los últimos tiempos había estado internado por problemas hepáticos y había engordado mucho hasta que, el martes, el alcohol le dio el último y definitivo golpe.




Un recuerdo


El nombre de Gerry Rafferty suena en voz de locutor radial para los que fuimos teenagers allá por el ‘78. Mientras la euforia del Mundial se fundía con la del boom de la disco (algún día se contará sin vergüenza cómo era la meteorología emocional de aquella vida cotidiana), aún existía un ritual dance llamado “asalto” que contenía una sección de lentos. “Bajo la línea” de Rafferty sonaba en AM y era un lento harrisoniano (obra maestra del soft rock) insoslayable. Se pegoteaba en la secuencia de “Qué profundo es tu amor” (Bee Gees), “Hombre trabajador” (James Taylor) y otro título que hablaba de líneas, “Hold the Line” de Toto (que, a su vez, superponía su teclado al de “La canción lógica” de Supertramp). De pronto, podía invadirnos “Estamos todos solos”, de la llovida Rita Coolidge, que bajaba en el Winco antes que un bajón de aquéllos: “Le jardin imaginaire” de una tal Corda. En ese gran apelotamiento melódico y “chuavechito”, para acercarse a la nuca perfumada del otro, nos hamacaba “Bajo la línea”. Pablo Schanton



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