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En la noche del pasado lunes, un infarto agudo acababa con la vida de Antonio Fernández Arias (Lugo, 1953), gran profesional de la comunicación que se dedicó especialmente a la radio musical, a cuyo desarrollo contribuyó decisivamente en los últimos cuarenta años.
Antonio Fernández Arias se licenció en Historia del Arte, pero nada más acabar la carrera en la Universidad Complutense, ingresó en la vieja Radio Juventud de España de la calle Diego de León de Madrid, una emisora proveniente del más recio falangismo que en los últimos años setenta supuso, paradójicamente, todo un revulsivo progresista en los modos y maneras de hacer radio musical y cultural. Allí recalamos unos jovencísimos estudiantes que como Juan Ramon Lucas, Paco Pérez Bryan, Federico Volpini, Carlos Garrido o Elena Lobo, aspirábamos a desarrollar nuestra vocación inventando programas y contenidos que obtuvieron de inmediato la aceptación de la audiencia.
Antonio se había contagiado del veneno de la radio por el trabajo de su padre, Ernesto Fernández, que le sobrevive, director de la emisora de Ponferrada y descubridor de un joven que velaría en aquellas ondas sus primeras armas radiofónicas hasta llegar a convertirse en un referente tan grande como su propia estatura. Ese chico era Luis del Olmo quien, nobleza obliga, nunca ha dejado de agracerle a su antiguo director la apuesta que realizó en días inciertos en los que su futuro profesional estaba aún por escribir.
En Radio Juventud Antonio, como todos nosotros, hizo guiones, control, producción y, finalmente, micrófono. Le encomendaron el turno de la mañana y tituló su programa de acuerdo con su horario laboral: De 9 a 2. Al poco tiempo una sección de ese macroespacio cobró vida propia y su lista de éxitos basada en una calidad incuestionable, se convirtió en un emblema de la emisora durante muchos años, Selección 15. Después vendría El cubo mágico, programa emitido por Radiocadena Española en el que trabajaban también Julio Ruiz, Manolo Fernández y Rafa Fuentes, entre otros grandes profesionales, y más tarde una interesante experiencia televisiva de la mano de Pedro Erquicia cuando este ocupaba la dirección de Telemadrid, Capital Pop.
Tras su etapa en la pantalla pude contribuir a su vuelta a RTVE y reingresó en RNE haciéndose cargo, en Radio 3, de Área Reservada, un espacio diario que mantuvo en antena hasta su absurda prejubilación forzosa por el ERE de 2007. Si hubiera que resaltar dos cualidades de Antonio Fernández señalaría, sin duda, su elegancia ante el micrófono y la solvencia que siempre imprimió a todos y cada uno de los proyectos que desarrolló. Dotado de unos conocimientos musicales extraordinarios, fue el impulsor en España de artistas como Boz Scaggs, Madeleine Peyroux, Diana Krall, Michel Camilo, Toto, George Benson o Al Di Meola, por citar solo a unos pocos de los que formaron parte de la alineación fija de sus espacios en las ondas.
Últimamente, retirado de la implacable cita diaria con el directo, volcaba su actividad en la realización de excelentes programas online para Radio Wappa y en una web prodigiosa llamada Top Vive Jazz. Había que escucharle cómo contaba entusiasmado las excelencias de los programas digitales de grabación con los que había convertido su casa en su estudio de radio diseñado a su medida.
Antonio deja a su mujer, Elena Pita, periodista de TVE, y dos hijos, aún muy jóvenes, que habrán de saber con orgullo la huella indeleble que la muerte de su padre deja, tanto en el dial, como en el corazón de quienes nos honramos con ser sus amigos.
Antonio San José es periodista.
Antonio Fernández Arias se licenció en Historia del Arte, pero nada más acabar la carrera en la Universidad Complutense, ingresó en la vieja Radio Juventud de España de la calle Diego de León de Madrid, una emisora proveniente del más recio falangismo que en los últimos años setenta supuso, paradójicamente, todo un revulsivo progresista en los modos y maneras de hacer radio musical y cultural. Allí recalamos unos jovencísimos estudiantes que como Juan Ramon Lucas, Paco Pérez Bryan, Federico Volpini, Carlos Garrido o Elena Lobo, aspirábamos a desarrollar nuestra vocación inventando programas y contenidos que obtuvieron de inmediato la aceptación de la audiencia.
Antonio se había contagiado del veneno de la radio por el trabajo de su padre, Ernesto Fernández, que le sobrevive, director de la emisora de Ponferrada y descubridor de un joven que velaría en aquellas ondas sus primeras armas radiofónicas hasta llegar a convertirse en un referente tan grande como su propia estatura. Ese chico era Luis del Olmo quien, nobleza obliga, nunca ha dejado de agracerle a su antiguo director la apuesta que realizó en días inciertos en los que su futuro profesional estaba aún por escribir.
En Radio Juventud Antonio, como todos nosotros, hizo guiones, control, producción y, finalmente, micrófono. Le encomendaron el turno de la mañana y tituló su programa de acuerdo con su horario laboral: De 9 a 2. Al poco tiempo una sección de ese macroespacio cobró vida propia y su lista de éxitos basada en una calidad incuestionable, se convirtió en un emblema de la emisora durante muchos años, Selección 15. Después vendría El cubo mágico, programa emitido por Radiocadena Española en el que trabajaban también Julio Ruiz, Manolo Fernández y Rafa Fuentes, entre otros grandes profesionales, y más tarde una interesante experiencia televisiva de la mano de Pedro Erquicia cuando este ocupaba la dirección de Telemadrid, Capital Pop.
Tras su etapa en la pantalla pude contribuir a su vuelta a RTVE y reingresó en RNE haciéndose cargo, en Radio 3, de Área Reservada, un espacio diario que mantuvo en antena hasta su absurda prejubilación forzosa por el ERE de 2007. Si hubiera que resaltar dos cualidades de Antonio Fernández señalaría, sin duda, su elegancia ante el micrófono y la solvencia que siempre imprimió a todos y cada uno de los proyectos que desarrolló. Dotado de unos conocimientos musicales extraordinarios, fue el impulsor en España de artistas como Boz Scaggs, Madeleine Peyroux, Diana Krall, Michel Camilo, Toto, George Benson o Al Di Meola, por citar solo a unos pocos de los que formaron parte de la alineación fija de sus espacios en las ondas.
Últimamente, retirado de la implacable cita diaria con el directo, volcaba su actividad en la realización de excelentes programas online para Radio Wappa y en una web prodigiosa llamada Top Vive Jazz. Había que escucharle cómo contaba entusiasmado las excelencias de los programas digitales de grabación con los que había convertido su casa en su estudio de radio diseñado a su medida.
Antonio deja a su mujer, Elena Pita, periodista de TVE, y dos hijos, aún muy jóvenes, que habrán de saber con orgullo la huella indeleble que la muerte de su padre deja, tanto en el dial, como en el corazón de quienes nos honramos con ser sus amigos.
Antonio San José es periodista.