UN RECUERDO PARA ESTE GRANDE, DE PARTE DE LOS QUE COMO YO QUISIMOS SER PAYASOS AL VERLE EN AQUELLA ANTIGUA TV JUNTO A SUS HERMANOS.
SIN DUDA FUERON MIS PRIMERA EXPERIENCIAS SICODELICAS EN BLANCO Y NEGRO POR SUPUESTO..., FLIPABA VIENDOLES CON AQUELLOS TRAJES TIPO SALCHICHON CORRIENDO Y TROPEZANDO SIN PARAR CON DIALOGOS QUE GROUCHO MARX HUBIESE FIRMADO.
ESTA CLARO QUE FUERON OTROS TIEMPOS Y QUE HO EN DIA LOS PAYASOS AN CAMBIADO,SIGUEN SALIENDO SIN PARAR POR TV PERO YA NO ME HACEN NADA DE GRACIA.
BUEN VIAJE MILIKI
Había una vez, no hace tanto tiempo como parece, que en España solo había dos canales de televisión, que se veían en blanco y negro, que los niños pudientes merendaban Nocilla y el resto lo que hubiera, que en el patio del recreo los equipos de fútbol los formaban más de 20 jugadores por bando, y que en esos descansos la vida daba para cambiar cromos, jugar o hablar sobre los payasos de la tele. Es complicado explicarle a un niño de hoy lo que supuso en los años setenta (en concreto, de 1973 a 1983) el programa El gran circo de TVE, en el que Miliki actuaba junto a sus hermanos Fofó y Gaby –más conocidos como Los payasos de la tele-, y en el que también participó la siguiente generación de la familia Aragón: Milikito y Fofito. Fueron una explosión de canciones, de sketchs de humor, de actuaciones que entonces parecían prodigiosas, y de su mano la pequeña pantalla vivió su gran cambio tecnológico y pasó del blanco y negro al color. Mientras Franco moría y nacía la democracia, los niños seguían cantando Hola, don Pepito, Susanita tiene un ratón, Mi barba tiene tres pelos, El auto feo, Dale Ramón, o Feliz en tu día, el contraataque hispano al anglosajón Cumpleaños feliz. Y sobre todo, han convertido en una muletilla intergeneracional el clásico “¿Cómo están ustedeeeeeeeeeeeeeeeessss”. Al menos, este redactor llegó a cantarlo en una grabación del programa en Prado del Rey, cuando, fallecido Fofó, Milikito acompañaba a su padre, a su tío y a su primo.
De aquellas presencias legendarias la última en desvanecerse fue la de Emilio Aragón Miliki, que lo hizo anoche en Madrid a los 83 años, rodeado de su familia en el Hospital madrileño Ruber Internacional. En un comunicado, la familia señalaba su “profunda tristeza” por el fallecimiento, y afirmaba que su esposa e hijos han perdido a un “marido y un padre maravilloso”, aunque aseguran sentir el “consuelo de saber que se marcha rodeado del cariño de muchos niños que han crecido cantando, riendo y disfrutando con él”. Muchos no, más que eso: miles y miles.
Miliki pertenecía a una estirpe de artistas circenses que aún hoy continúa en esa labor. Tanto él como Gaby (Gabriel Aragón, 1920-1995) y Fofó (Alfonso Aragón, 1923-1976) eran hijos de Emilio Aragón Foureaux (Emig) y sobrinos de José María y Teodoro Aragón Foureaux (que crearon el grupo Pompoff, Thedy y Emig). También se dedicaban al circo sus primos, los Nabucodonosorcitos.
En la tradición clásica, Gaby, Fofó y Miliki adoptaron respectivamente los papeles de clown, augusto y contraugusto. Por eso, Miliki era el más querido por los niños: era el payaso que todo lo destrozaba, el que destruía los decorados con sus ayudantes —el soplo de libertad en mitad de la rigidez de los setenta españoles— mientras entonaba el “nanianananananiana” con el que encubría sus fechorías. Miliki había nacido en Carmona (Sevilla) en 1929, así que cuando su hermano mayor, Gaby, comenzó su carrera en solitario en 1934 como Homobono, él era demasiado pequeño para actuar. No empezó su carrera en los escenarios hasta 1939 en el Circo Price, con el trío Gaby, Fofó y Emilín, aunque Emilio se cambió por después el nombre por el de Miliki. A veces junto a ellos actuaba su hermana Rocío, bailaora de flamenco.
En la película Pájaros de papel (2010), su hijo Emilio Aragón, que debutaba como director, describía el duro mundo de la guerra civil española para los artistas, y cómo la posguerra acabó con el vodevil y las ganas de vivir de una generación. Sin ser un retrato ajustado de los problemas de su familia, Aragón contaba a EL PAÍS que el germen fue su padre –quien por cierto salía al final del filme-: "En el plató de Médico de familia yo escuchaba historias de los veteranos, Luis Barbero y Pedro Peña, y empecé a inspirarme con ellas. También en lo que me contaba mi padre. He desayunado y cenado con miles de sus aventuras. Es un canto de amor a la generación, olvidada, a la que pertenecía mi padre, que hizo teatro variété. Y me refiero tanto a los que se quedaron como a los que se fueron: mi padre se fue en 1945 a América”.
Efectivamente, durante la posguerra los tres hermanos emigraron a América, donde permanecerían más de un cuarto de siglo. Primero en Cuba, donde dieron sus primeros pasos en la televisión a partir de 1949 (en La Habana nació una década después su hijo Emilio, el segundo de cuatro vástagos). Y posteriormente gracias a ese éxito catódico recorrieron Argentina, México, Puerto Rico, Venezuela e incluso Estados Unidos. Todo ese bagaje les sirvió para arrancar 1970 en Argentina con el triunfo de su programa El zapato roto, en el Canal 13, que acabó rebautizado como El show de Gaby, Fofó y Miliki, y donde ya empieza Fofito, el hijo de Fofó. Es el momento de la vuelta a España, cuando en Televisión Española deciden que Los chiripitifláuticos ya no tienen futuro, y desembarcan contratados desde Argentina